Cuando la madre de Gael cocinaba, el niño quiso jugar cerca de la estufa caliente, sin entender el peligro al que se exponía. En ese entonces el pequeño tenía 1 año de edad.
“Quise quitarlo del peligro, pero se movió tanto que golpeo su mandíbula con la estufa dejándole una herida y provocándole una cicatriz queloide” nos cuenta su mama.
Los niños no entienden de peligros y aunque tengamos todas las precauciones, siempre habrá accidentes. Lo importante es saber dónde acudir y reaccionar de manera oportuna.
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